Paraísos necesarios

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He descubierto, en mi experiencia de vida, que los espacios para reconectar con nosotros mismos, nuestra pareja, nuestras familias, deben ser espacios sagrados. El trajín diario de trabajo nos consume. La redes sociales, el tráfico en línea y en las calles nos roba energía. Todos los días queremos todo más rápido y, con ello, la vida se acelera y cada vez nos vemos más viejos. Entonces una enfermedad se manifiesta: “no puedes seguir así” es la voz de tu conciencia. Tienes que hacer un alto. Tu cuerpo te obliga a hacer un alto.

“Si tan sólo pudiera no enfermarme”, piensas, pero hasta días para una recuperación adecuada los consideras un lujo.

Es tiempo de hacer un alto. No importa si es por dos minutos cada día, o una vez a la semana. Pero debes de poner un alto. Encontrar un paraíso personal en donde solamente puedas ir tú a escuchar el sonido del bosque, el murmullo del mar, lo que sea que suena en tu paraíso necesario.

Cierras tus ojos y accedes a ese paraíso de silencio y quietud, donde el tiempo adquiere su verdadera forma, una forma sin forma, libre y expansiva. Respiras y dejas que los pensamientos pasen como nubes, tú sólo observas y respiras. No estamos diseñados para los niveles de estrés y trabajo bajo los que nos hicieron creer que tenemos que regirnos para poder tener una vida significativa.

Nos hemos permitido enfermar a tal grado, que muchos se han vuelto adictos a ese corre-corre que sólo alimenta al ego. La conciencia queda olvidada. La mente se torna compulsiva y la intuición se vuelve un suspiro.

Tienes que hacer un alto. La ciencia se ha dedicado a estudiar al cuerpo físico, pero ya estamos viviendo una era en la que esta misma ciencia se interesa por el aspecto metafísico. Los nuevos descubrimientos sobre la importancia de la meditación y equilibrio espiritual demuestran que las enfermedades tienen anclas energéticas y la gente más propensa a ser feliz goza de mejor salud. Falta mucho por saber, pero el camino es esperanzador y promete nuevas perspectivas de pensamiento.

¿No se sienten mejor cuando están relajados?, ¿no es una de las cosas que más desean el poner la mente en blanco? Eso es porque lo necesitamos. Porque nuestra dimensión metafísica lo necesita, pero hemos olvidado escucharla. La callamos con tanto ruido mental. Necesitamos aprender a equilibrar nuestra mente con nuestro espíritu y nuestro físico.

Así como se descubrió que la Tierra no era plana, poco a poco se comienza a descubrir lo que yo llamo la tridimensionalidad de la experiencia humana: físico, mente, espíritu ¿Les suena alguna campana? La trinidad de la espiritualidad. Si el espíritu no está bien, la mente no puede estarlo, por lo que se refleja en el físico. Esta trilogía es una cebolla de tres capas, en las que se manifiesta la situación del interior.

Por eso, estoy segura que cuando los invito a preocuparnos por nuestro interior, por nuestro espíritu, lo hago sabiendo que todo esto se reflejará en sus mentes y sus cuerpos. El equilibrio de sus tres dimensiones es equivalente a la felicidad.

A lo mejor sólo era cuestión de interpretación…

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