Abono para la relación de pareja

La vida en pareja es el espacio perfecto para trabajar en la compasión por ti y los demás. Es esa persona con la que decidiste compartir la vida, el trampolín perfecto para tú ser mejor persona e inspirar a tu pareja a serlo también.

Hace un tiempo estaba lavando la cafetera en la que JC –mi pollo– se hace su café por la mañana. Él me preguntó si yo tiraba el café restante en el lavaplatos o en las plantas en el jardín. Por supuesto, soy perezocilla y los tiraba en el lavaplatos. Hay dos cosas con eso: la primera que el café abona las plantas y la segunda algo con un cataclismo y tanque séptico de la casa; para mi gusto, exageraciones masculinas de JC cuando entra en modo: Bob el Constructor. 

Sin embargo, como buena representante de mi género que soy: di lora para salirme con la mía.

Dar lora, para mis lectores no colombianos, es como dar cantaleta o sermonear. Eso que hacemos muy bien nosotras bellas mujeres y que por lo regular sale como en un tono medio de chihuahua:

"Pero pollo, eso no tiene sentido, el tanque obvio aguanta café ni que fuera qué, además si estoy acá lavando los platos pues no me voy a salir al jardín a blah blah blah blah blah"

Él, que tiene la paciencia del santo Job solo me miró dar lora y sonrió mientras yo me debatía en argumentar y comprobar científicamente que no era pereza, era lógica. Ajá. 

Cuando uno da lora, el tono de chihuahua se va agudizando conforme la lora avanza y busca poner ahínco en determinados detalles.

Yo, específicamente, entro en Turbo-chihuahua-paisa.

Obvio, mi pollo dijo: ¡¿Turbo-chihuahua-paisa?! ... batalla perdida.

Veredicto final: cuando él lavara la cafetera él tiraría su café en sus plantitas y prevendría nuestra casa de un cataclismo séptico (juro por Dios que si algo así pasa ahora la que llevaría una lora apoteósica, sería yo).

Pero...

Un buen día de conexión divina estaba lavando mi taza de té cuando veo por ahí como escondida entre tazas y copas sucias, la cafetera de mi Pollo. Supe que si él lavara –que lo haría más tarde o cuando la fuera utilizar–, iría a echar sus restos de café a sus plantitas, puse cara de pato a medio morir y llegó la compasión. ¡Por fin, chingao!

Sí, es posible que no tenga sentido para mi, es posible que me quite 15 segundos más en mi momento de Turbo-Annie arreglando la cocina. Pero pensé en cada uno de esos momentos en los que yo también le pido cosas exageradas. Las recordé, no les voy a decir cuáles porque no me quiero ventanear jojo. Pero claro las tengo y es posible que sean más requerimientos exagerados que un abono para las plantitas.

Moraleja:

Hay que dejarnos de tanta tontería y aprender a aceptar la oportunidad de darle regalos al otro que a su vez son regalos para la relación, o sea que lo son para nosotros mismos.

En el momento en que comencé a tirar el café en la plantita, sentí que le daba un regalo a JC, ahora cada que lo hago, lo hago como ofrenda a él y a la vez como ofrenda a mi porque me siento orgullosa de ser una mujer que tiene la sensatez de hacerlo y trascender la pataleta.

Entiendo a la felicidad en pareja como un constante abonar la plantita, siempre me he referido, de hecho, a regar la plantita cuando de fomentar el enamoramiento en la pareja, curioso que la vida me lo recuerde en esta forma de metáfora. 

Y la comparto, porque sé que de repente se nos van perdiendo ese tipo de detalles amorosos en la convivencia. 

Recuerdo que mi abuela me decía que las batallas se escogen o te acabas tu relación peleando. Y aunque no soy mucho de pelear, sí soy de discutir y de impartir mi punto, pero también, ya entendí que por escuchar el de Juanca, no pierdo el mío, solo me entero del de él y podemos llegar amorosamente a nuestro adorado centro. 

Nunca falla,  esas acciones simples hacen un efecto boomerang en tu relación y es posible que tu pareja no se de cuenta de lo que estás haciendo por él aún, de hecho JC no tiene idea de que ya boto el café en la plantita –bueno, ahora lo sabrá–, pero tú lo sabes y eso es energía que se siente en la pareja.

Esa sola energía también invita al otro a ser más compasivo contigo, más paciente y amoroso.

Es inevitable entrar en un ciclo de amor y compasión con tu pareja, si tú mismo lo fomentas desde ti. 

Sabiendo que cada transformación que haces por amor es crecer tú mismo y que eso que haces por abonar la relación inspirará siempre y de forma inevitable a tu pareja a transformarse también. 

Mi amor para ustedes,

Ana Bolena ∞ AladeOrquidea