Todo es perfecto

refugees1-mahnaz-yazdani.jpg

Todos sabemos lo que está sucediendo en Siria. Nuestros hermanos, del otro lado del mundo, están huyendo de sus tierras y refugiándose en diferentes países de Europa, para salvar sus vidas y las de sus familias.

En Facebook me encontré con una campaña que invita a los residentes europeos a abrir las puertas de sus casas a refugiados. No sólo para que tengan un lugar donde dormir, sino para que aprendan el idioma y puedan reinsertarse en una sociedad lejos de su cultura.

Tristeza no es una palabra que le haga justicia a lo que siento en mi corazón, sin embargo, no puedo evitar mirar al cielo y sonreír, porque sé que detrás de tanta atrocidad hay un plan divino que siempre nos empuja a vibrar en el amor.

Se necesitan los rebeldes y los que vibran en negativo para llevarnos a muchos a elevar nuestras vibraciones. Se necesita el mal para que el bien despierte, para que pongamos nuestro ego a un lado y demos más fuera de la zona de confort.

La pregunta es ¿cuántos de nosotros estaríamos dispuestos a aceptar a un refugiado en nuestra casa? Difícil pregunta, pero a la vez una hermosa confrontación que vale la pena hacerle a nuestro egoísmo.

Situaciones terribles ha tenido que vivir la humanidad para evolucionar: guerras, Hitler, hambre, desolación, muerte de inocentes, mentes perversas que nos empujan, nos obligan a unirnos en emoción, que nos cuestionan y nos llevan a tomar decisiones drásticas de vida.

Decir que “todo es perfecto” es complejo, sobre todo cuando vemos la imagen de un niño muerto a orillas del mar, pero dentro de este plan divino que es la evolución humana por medio de la experiencia de vida, nada es un accidente, hay lo que es, lo que tiene que ser, lo que se necesita para despertarnos del letargo en el que vivimos, para evolucionar energéticamente.

Siempre nos encontramos en esa disyuntiva, hacer caso al amor o hacer caso al ego.

Si abres tus ojos y te vuelves consciente de las pruebas que se presentan de manera constante, descubrirás que siempre tomas la misma decisión disfrazada de diversas formas: ser amor o ser ego.

Siempre tenemos la opción de ayudar o ignorar, de salirnos de la zona de confort o creer que dando una limosna de diez pesos hicimos nuestra obra del día. A cada momento, la fuente nos pone a prueba, no para congratularnos o castigarnos, sino para elevar la vibración. Libre albedrío; elección de cada quien.

Cuando entendemos que de eso se trata de la vida, de elevar nuestra vibración a la máxima potencia del amor, entonces nos volvemos más conscientes y somos capaces de vencer al ego, a pesar de su fuerza inminente.

Ayudar, ser parte activa de la solución y no del equipo de los que se quejan y lamentan desde el sillón de su ego, entrega de regreso la plenitud que quien no mueve un dedo jamás experimenta.

Amar es nuestra misión, amar en todas sus formas, ser amor, convertirnos en amor, transmutarnos en amor.

Amor a los hermanos de Siria.

Donde comen dos, comen tres.

#GraciasPorConectar

Haz click para conectar en Excelsior