Tu pareja es tu mejor terapeuta

La pareja terapeuta no tiene títulos de sicología, tiene master en compasión, P.H.D en resiliencia y Honoris Causa en valentía. 

El propósito primordial cuando escogemos pasar nuestra vida al lado de alguien, es ayudarlo a sanar; mostrarle con amor esas caras de sombra y ser asistente amorosa de sus desafíos personales, así como recibir de él, la misma sanación. 

Piensa en tu relación con tu pareja como un tercero. Ponle un nombre, en nuestro caso somos: Los Pollos. 

Listo, ese es el nombre del Ser que creas con la persona que amas. Ese ser no eres tú ni es tu pareja, no es mujer ni es hombre, es como un cerebro que tiene lo mejor de los dos mundos siempre y cuando ambos jugadores del equipo jueguen para el equipo y no para ellos mismos. 

Pensemos en el equipo como un equipo de deporte: si uno del equipo está caído, por lo regular hay alguien que lo reemplace, esto no quiere decir que si tu mujer o tu marido está caído entonces te vayas a buscar otro a la banca, sino que le proveas la asistencia para levantarlo. 

Hay parejas que se aplastan entre sí y hay parejas que se van sirviendo de escalón, a veces te vuelves voluntaria para ser escalón, otras te elevas por los cielos parada en sus hombros.

Ser terapeuta del otro requiere no de títulos de universidad sino de sensibilidad y trabajo arduo con el ego. 

Quiero explicar esto. Y quiero explicarlo con el mejor ejemplo, con el más común que trae tantas alegrías y sinsabores en una pareja: el sexo. 

Esta pregunta va más para los amorosos hombres que se asoman por estas letras que para mis mujeres: ¿Sabían que 1 de cada 3 mujeres ha sufrido algún tipo de abuso sexual? Esto quiere decir que han podido ser desde tocadas inapropiadamente desde niñas, hasta abusos con violencia en su adolescencia. 

Y si nos vamos más profundo, he visto con mis propios ojos, traumas en las mujeres que no vienen ni siquiera de un abuso como tal, sino por ignorancia en la educación, el establecimiento de límites y las violaciones a la intimidad. 

Como podemos imaginar, la sexualidad femenina es tan poderosa que es vulnerable (paradojas del universo) y más en este mundo en el que vivimos en el que es casi seguro que eventualmente te aparece un raye que te complica tu expresión sexual. Y no solo eso, estos abusos no solo se reflejan en la expresión sexual, es más, pueden no reflejarse en la expresión sexual –aparentemente– pero sí reflejarse en otras expresiones que terminan limitándote. 

Para quienes me siguen de cerca y me han conocido a través de mis letras, yo entro en la estadística de la tercera parte de mujeres que hemos sido abusadas y desde que pude confrontar el trauma es que he podido ir sanando. Sin embargo, también quiero aclarar que la gran sanación de las mujeres no solo está en lo sexual, sino en su femenino, en entender el equilibrio y balancearnos no para ser iguales, sino para que cada género pueda ser en toda su luz y amor. 

Ahora regreso al tema ¿cómo ha sido mi esposo mi mejor terapeuta? Él ha sido el que hace el trabajo de campo conmigo. Él es el que me escucha, el que me siente y el que se sale de sus propias creencias, el que abandona el ego para prestarse como canal de sanación. Es él quien dice sí cuando yo llego con cursos o talleres que nos puedan ayudar. Es él quien lee, se informa y trae dinámicas a nuestro espacio que nos empoderan como pareja. Es él quien sabe recibir cuando es mi momento para darle amor. 

Curiosamente, cada que él me ayuda a sanar, también sana, ¿por qué? Pues porque en un equipo si sana uno, sana el otro, es inevitable. Y cuando soy yo la que se presta como canal para él, mi corazón se hincha de amor al ver que por medio mío, puede llegar a reflexiones o nuevas ópticas que lo expanden.

La pareja terapeuta no tiene títulos de sicología, tiene master en compasión, P.H.D en resiliencia y Honoris Causa en valentía. 

Entre todo lo que leo, escucho y trabajo a mi alrededor noto un factor fundamental para el éxito en pareja es la disposición de ambos. De nada sirve que uno quiera sanar la relación y el otro piense que son mafufadas o que tiene cosas más importantes qué hacer. 

Hoy en día el 60% de matrimonios terminan en divorcio, eso es porque uno del equipo tiró la toalla o se volvió indiferente, también porque uno del equipo solo piensa en su propio bienestar o en su zona de confort o también porque uno o ambos prefieren ser víctimas que responsabilizarse del verdadero trabajo de la vida en pareja. 

Te quiero compartir este ejercicio para que comiencen su camino como terapeutas el uno del otro. Este ejercicio hace parte de varios juegos y dinámicas que nos ayudan a compenetrarnos y que comparto en mis sesiones privadas enfocadas al empoderamiento de la pareja. 

Creen un espacio amoroso para comunicarse. Estos espacios pueden ser físicos o no. Pueden designar un lugar en la casa para hablar o pueden entrar en ese espacio interiormente.

En este espacio hay unas cuantas reglas: 

1. Nada es personal 2. Todo es por el bien del equipo 3. El que se enoja pierde 4. Nadie se arrebata la palabra. 

Se van a mirar a los ojos y se van a decir como si fueran votos, primero el uno y luego el otro:

Me comprometo a no tomarme nada personal, a pensar en el bien de los dos, a no enojarme y a escucharte atenta. 

Ahora se van a responder la pregunta: 

¿Cuál es el gran desafío de nuestra relación?

Comienza uno hablando y luego el otro. Recuerda, no interrumpas, ni te enganches en el drama, escucha con amor a tu pareja pues en sus palabras encontrarás verdades que te hacen crecer a ti como persona. Libérate y acepta lo que sabes que te corresponde, te juro que es más fácil que necear. 

Cuando hables hazlo sin juicio y siempre desde lo que tú sientes, no asumas emociones del otro ni señales, habla como si estuvieras relatando hechos más que calificándolos. 

Una vez hablen los dos puedes suceder dos escenarios: que estén en la misma página o que uno crea que el desafío es uno y el otro crea que es otro. Si es así, entonces tendrán que escoger un desafío para comenzar. Esto lo pueden hacer evaluando cuál desafío impacta más su día a día. Recuerda que la idea es no abrumarse, una vez trabajen durante unas semanas algo, pueden abrir este espacio de nuevo y hacer nuevos compromisos. 

Una vez escogen el punto a sanar. Se harán la siguiente pregunta:

¿Qué puedo hacer yo para aportar todo de mi en ese punto en específico?

Aquí es en donde se van a poner en contacto con su más elevada expresión de amor y sin expectativas sobre lo que el otro "debería" de hacer, no solo ofreces lo que puedes sino recibes lo que el otro está ofreciendo. 

Recuerda: P.H.D en resiliencia. 

Este es un momento para aplicar el pensar en LOS POLLOS (o como sea que se llame tu equipo), salirme de mi ego y de pensar que él o ella debería de hacer tal o cual cosa y enfocarme en lo que ofrece y en lo que me corresponde. Si en algún momento piensas: no entiendo por qué no se ofrece a hacer esto o lo otro cuando eso claramente sería la solución, entonces te respondes inmediatamente: ¿cómo puedo yo ser ejemplo, cómo puedo aplicar la paciencia y la compasión en este aspecto?

Aquí estamos haciendo alquimia, tribu, y para hacer alquimia en tu relación necesitan dos mentes fuertes y dos corazones todavía más fuertes. 

Listo. Una vez se respondieron cada uno qué puede hacer, van a inventar una palabra o frase mágica: Hakuna matata, por ejemplo. 

Esa palabra va a servir para recordarle a tu pareja, justo en los momentos que tenemos que trabajar, que no está cumpliendo su compromiso de aportar eso a la sanación. O sea, lo que pasa es que vamos en chinga durante el día y nos pasamos a piloto automático, o nos enganchamos en emociones, yo, por ejemplo, no me doy cuenta y mi tonito va emergiendo. Entonces mi pollo zen, con una sola palabra me ayuda a hacer consciencia.

A veces me resisto, pero siempre, siempre, sirve. 

Así que el compromiso es trabajarlo en la vida diaria, recordando ese círculo, ese espacio de comunicación que crearon con tanto amor y que lo honran manteniendo su compromiso con la sanación del otro y de sí mismos. Recuerden divertirse, ríanse, yo por ejemplo ya digo "¡chingada madre pinche tonito!" y me intento reír, eso suelta la tensión y nos ayuda a darnos cuenta que nada es tan en serio. 

Si quieres más información sobre el espacio que estoy creando para ti y tu pareja, un espacio para la sana comunicación, el establecimiento amoroso de límites y compromisos, el juego y la sanación, escríbeme a coach@alasdeorquidea.com

Todo mi amor para ustedes,

Ana Bolena ∞ AlasdeOrquidea