Te regalo la N

Quiero agradecer a quienes me leen, en esta era en la que se dice que “nadie lee” ustedes me ayudan a probar lo contrario.

Para mi una buena lectura no tiene cambio por nada, agradezco a quienes me proveen de mis propias lecturas y al creerme exigente con la información que consumo, me siento halagada por cada comentario o like, no porque tenga Likitis sino porque me dicen: ¡tilín tilín! ¡Alguien acaba de conectar contigo!

Así que por eso, gracias.

La historia de mi vida: corregirle al mundo que mi Anna se escribe con doble N.

Resulta que cuando yo tenía unos 9 años aproximadamente, algo grande pasó en mi sistema familiar, la resolución de un problema que, por varios años, nos dejó ser libremente como familia.

Justo cuando la esperanza, por fin, llegó a mi familia, yo decidí cambiar mi nombre, posiblemente en una desesperada necesidad por dejar de ser quien era y ser una nueva Anna Bolena.

Yo siempre he hecho lo que se me ha dado la gana, rasgo por el cual me siento orgullosa pero me ha sabido meter en demasiados problemas desde muy chiquita.

Uno de esos fue que yo hice mi primera comunión tarde, y en el colegio ultracatólico en el que yo estudiaba, todas las niñas a los 11 años ya habían hecho la primera comunión en aquel entonces.

Cuando a mi algo no me gustaba, lo cambiaba. Punto. Ups... eso no ha cambiado.

Cuando llegaba la hora de formarse para recibir la hostia –y eso que no he mencionado que yo AMO las obleas– yo era la única niña de mi salón que no podía comer oblea. Así que decidí que en la siguiente misa me formaría y comería oblea, simple.

Lo hice, me formé. Una maestra me preguntó por qué estaba formada y yo le dije que el fin de semana había hecho mi primera comunión. ¡Fácil!  

Luego, obvio, mi mamá se terminó enterando que su niña adorada, ya llevaba comulgando quien sabe cuánto tiempo. O sea, técnicamente ya había hecho mi primera comunión. Eso era, para las consagradas de mi colegio, como comerte el pastel antes de la sopa, if you know what I mean

Así como si me hubieran dejado embarazada y me tuvieran que casar de afán, mis papás se tuvieron que apresurar a organizar mi primera comunión por condición del colegio, y por salvedad a la comunidad católica que iba a ser desprestigiada por so mentirosa!!!

Mejor dicho: hoguera.

Ese es solo un ejemplo de las decisiones que desde muy pequeña comencé a tomar en mi vida, luego, me metía en inocentes problemas pero de alguna manera yo sabía que mis amados padres siempre me sacarían de ahí.

Digamos que todo esto para contarles que la segunda N de mi Anna, fue añadidura mía en homenaje a una compañerita de mi salón que se llama Anna Paola Muñoz y a quien recuerdo mucho por ser la musa de mi Anna.

No sé cómo fue pero hasta el día de hoy, incluso mis papás y mi familia, escribe mi nombre con doble N, bueno todos menos mis documentos oficiales y uno que otro despistado que no ha entendido que ¡mi Anna es con doble N!

Ahora recuerdo y honro a esa Ana Bolena que decidió ponerse una N más para dejar atrás todo eso que había sucedido y abrazar la nueva etapa con su familia perfecta y feliz.

Hace unos días, llegó un sobre a mi correo, su contenido: dos actas de nacimiento que pedí para volver a tramitar mi IFE, lo primero que veo: mi nombre, el original: Ana Bolena Meléndez Tabares.

Y pensé… qué bonito es mi nombre… se la mamaron mis papás con mi nombre.

Y lo segundo que pensé: qué carajos hice? Se ve mucho más lindo con una sola N, así como está, así como es…

Y lo tercero: Tengo que escribir sobre esto jaja Bueno, eso no fue lo tercero pero créanme que hace parte de mi proceso terapéutico.

El caso…

Mi vida últimamente ha sido una montaña rusa de emociones y de regresióna mi niñez y adolescencia, he estado dándole cincel a esta nueva Anna Bolena que más que renovarse quiere volver a la esencia, regresar al ser para ser tan ella como se pueda, para inspirar a los que la rodean a hacer lo mismo, a buscar sin descanso esa felicidad que se esconde tras dolores y enseñanzas pero que con tantita alquimia logramos transformar en crecimiento y renovación.

Así que hoy lanzo la N con mucho agradecimiento porque hizo ver muy bonito mi Anna durante un tiempo. La lanzo sin vuelta porque con estos nuevos ojos todo hace sentido, regreso simbólicamente a mi Ana, dejando ir lo que ya no me sirve, lo que ya no hace parte de quien soy, honrando con amor lo que fui porque son los pasos recorridos hasta el lugar de hoy.

Recordaré siempre con una sonrisa todas aquellas veces que me quitaban mi N o que yo misma tenía que hacer documentos oficiales como el IFE y ver que ¡le faltaba una N! Nunca me di cuenta que más bien, le sobraba. Así funciona la percepción y eso nunca dejará de sorprenderme.

Así hoy, si escribes mi nombre con doble N, te regalo una de ellas. 

Me imagino que, como Murphy es bien buen pedo conmigo, va a ser una nueva batalla corregir y explicar que mi nombre se escribe con una N.

Ana Bolena. Así tal cual.

Gracias por leerme.

Ana Bolena ∞ AlasdeOrquidea